El mundo digital no es una adicción que deba curarse, sino un nuevo tipo de lugar. A medida que la tecnología continúa remodelando nuestras vidas, las viejas metáforas de control y retraimiento se vuelven menos útiles. En lugar de ello, debemos reconocer Internet (y pronto la inteligencia artificial) como un ámbito distinto con sus propias reglas, costumbres y realidades.

Los límites del modelo de “adicción”

Durante más de una década, hemos enmarcado nuestra relación con Internet a través del lente de la adicción. Este marco proporciona un diagnóstico cómodo: dosis de dopamina, reconfiguración del cerebro y la necesidad de desintoxicación digital. Si bien hay algo de verdad en la naturaleza compulsiva del comportamiento en línea, este modelo en última instancia se queda corto. Sugiere un problema que debe resolverse mediante la abstinencia, en lugar de un nuevo panorama por recorrer.

La idea de que podemos simplemente “dejar” Internet es una fantasía. Los intentos de prohibir dispositivos en escuelas o espacios públicos fracasarán; la tecnología llegó para quedarse. Lo mismo ocurrirá inevitablemente con la IA. La resistencia no es una opción; la adaptación es.

Internet como lugar

La clave para adaptarse es comprender que Internet no es solo una herramienta, sino un lugar. No es físico, pero no es menos real. Para quienes crecieron en línea, la sensación de cruzar a este reino es distinta: el tiempo cambia, el cuerpo se desvanece y emerge otro yo.

Este “otro yo” no es un escape de la realidad, sino un tipo diferente de realidad. Internet tiene su propia geografía, sus propias estructuras sociales y sus propias formas de interacción. Para navegar por este lugar de manera efectiva, debemos aprender su idioma, no luchar contra su existencia.

¿Por qué los cuentos de hadas?

Si Internet es una nueva realidad, entonces necesitamos nuevas formas de entenderla. Las viejas historias de control y pureza no funcionarán. En cambio, necesitamos la sabiduría de los cuentos de hadas: historias que reconozcan la oscuridad, la transformación y el inevitable viaje hacia lo desconocido.

Así como los cuentos de hadas nos enseñan a vivir con monstruos y magia, debemos aprender a vivir con Internet y la IA. El mundo digital no es una amenaza que hay que vencer, sino una nueva frontera que hay que explorar.

Internet no es una droga que deba curarse, sino un lugar al que adaptarse. Los cuentos de hadas no tratan de escapar de la realidad, sino de sobrevivir en mundos donde las reglas son diferentes.

El futuro no se trata de escapar del ámbito digital, sino de aprender a vivir en él.