Las empresas de inteligencia artificial, en particular Anthropic, están cambiando activamente su nombre para contrarrestar el creciente escepticismo público. La reciente ventana emergente “Zero Slop Zone” de Anthropic en la ciudad de Nueva York, que ofrece experiencias antitecnológicas y requiere que los visitantes descarguen su producto de inteligencia artificial, Claude, ejemplifica esta tendencia. Esta estrategia no es una anomalía: varias empresas están posicionando la IA como una herramienta para la conexión humana y la creatividad, a pesar de que la IA es fundamentalmente un proceso mecánico.

La desconfianza pública es alta. Según Pew Research, sólo el 17% de los estadounidenses cree que la IA tendrá un impacto positivo a largo plazo, y menos del 25% cree que los beneficiará personalmente. Esta duda generalizada ha llevado a las empresas de IA a desviar su marketing de la superioridad técnica hacia una estética “analógica”. De hecho, están vendiendo la IA como anti-IA.

La paradoja de la humanización de las máquinas. La contradicción central es flagrante: la IA se comercializa como un complemento de la experiencia humana, aunque su naturaleza subyacente sea la opuesta. OpenAI, por ejemplo, ahora presenta a ChatGPT no como una tecnología innovadora sino como un facilitador de momentos “tranquilos y analógicos”. Sus comerciales presentan viajes por carretera, vínculos entre hermanos y bandas sonoras de Neil Diamond, todo sin mostrar de manera destacada el producto de IA en sí. Esta táctica es muy inusual; la mayoría de los anuncios muestran el artículo que se vende.

Por qué esto es importante. La eficacia de este cambio de marca depende de si el público está dispuesto a aceptar este doble pensamiento. Si los consumidores aceptan la idea de que la IA puede mejorar la conexión humana a pesar de ser una máquina, se podría lograr una adopción más amplia. Sin embargo, la contradicción es flagrante: la función central de la IA es la automatización, no la autenticidad. La pregunta sigue siendo si los consumidores se darán cuenta del marketing o suspenderán voluntariamente su incredulidad.

El futuro de la percepción de la IA. Las empresas de IA están apostando por un cambio en la percepción pública. Si esto funciona, demostrará que el marketing puede redefinir incluso las verdades más fundamentales sobre la tecnología. Si falla, la IA puede quedar atrapada en un ciclo de escepticismo, incapaz de superar su propia naturaleza mecánica.