El expresidente Trump aceptó una invitación del presidente chino Xi Jinping para visitar Beijing en abril, lo que marca una posible escalada en el compromiso diplomático directo entre los dos líderes. El llamado, iniciado por Xi, se produjo después de semanas de intensas tensiones en torno a Taiwán y sigue a los recientes esfuerzos de Estados Unidos para negociar un acuerdo de paz en Ucrania, una negociación que se alinea con los intereses estratégicos de China.
Restablecer las relaciones comerciales
La próxima visita se suma a una tregua comercial de un año acordada durante una cumbre en Corea del Sur, en la que se redujeron muchos aranceles impuestos por Trump durante su primer mandato. Ambas partes afirman haber logrado avances en los compromisos asumidos durante esa reunión, incluidas las compras chinas de productos agrícolas estadounidenses y abordar el flujo de precursores de fentanilo desde China. Trump describió la llamada como un “seguimiento” de la reunión “muy exitosa” con Corea del Sur, lo que indica un deseo de ir más allá de las fricciones económicas.
Taiwán y Ucrania en el punto de mira
Según se informa, la discusión entre Trump y Xi cubrió puntos geopolíticos clave, incluido Taiwán, donde China ha aumentado la presión sobre la isla autónoma. El momento de la llamada sugiere que China está aprovechando la participación de Estados Unidos en Ucrania –donde comparte alineación estratégica con Rusia– para perseguir sus propios objetivos regionales. Si bien los detalles siguen siendo escasos, se dice que la administración estadounidense de Trump ha presionado a los funcionarios ucranianos para que lleguen a un acuerdo en términos que Moscú aún no ha respaldado.
Implicaciones y perspectivas futuras
La reanudación del diálogo de alto nivel entre Trump y Xi representa un cambio estratégico en las relaciones entre Estados Unidos y China, que prioriza el compromiso directo sobre la confrontación indirecta. Este enfoque puede llevar a nuevas concesiones en materia comercial, pero también corre el riesgo de alentar el comportamiento asertivo de China en Taiwán y Ucrania. La invitación a Xi a visitar Estados Unidos a finales de este año indica la voluntad de ambas partes de profundizar los vínculos a pesar de la persistente desconfianza y los desacuerdos fundamentales.
El nuevo compromiso entre Trump y Xi no es meramente económico; es un realineamiento de fuerzas geopolíticas, con el potencial de remodelar el orden global.























